El Puente de Isabel II: el Puente de Triana.

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El Puente de Isabel II, más conocido como Puente de Triana, es el más antiguo de los que comunican ambas orillas del Guadalquivir a su paso por Sevilla y el más antiguo de España en hierro fundido (algo que matizaremos más adelante). La vista del río con el puente, se ha convertido no solo en una de las más bellas estampas urbanas de la ciudad, también en uno de los símbolos del barrio de Triana. Es diseño de dos ingenieros franceses, Gustave Steinacher y Ferdinand Bernadet, sustituidos poco despues por el navarro Canuto Corroza. El puente copia al antiguo Puente del Carrousel de París, obra de Polonceau y ya desaparecido. Pero su influencia fue enorme, construyéndose varios puentes inspirados en él. Por eso, el Puente de Isabel II tuvo varios "hermanos" repartidos por la geografía española y francesa como ahora vamos a ver.

Triana queda en realidad comunicada con el centro de Sevilla a través de tres puentes, sin embargo solo se denomina "de Triana" al primero en ser construido, al de Isabel II. Los otros dos son el del Cristo de la Expiración al norte y el de San Telmo al sur.

El precedente del Puente de Triana actual fue el famoso Puente de Barcas, puente histórico de la ciudad desde la época almohade, hasta mediados del siglo XIX que se construye el que hoy tenemos (del Puente de Barcas hablaremos en un próximo artículo, pues se celebrará en las próximas semanas una importante efeméride, por lo que nos centraremos hoy en el puente actual).

El siglo XIX llega a Sevilla cargado de epidemias, sequías y con una población estancada. Pero la llegada de la industria demandó mano de obra, algo que trajo consigo un aumento de población. La presencia en la ciudad de la "Corte Chica", es decir, de los duques de Montpensier, creó un ambiente propicio para que la ciudad se actualizara, tanto a nivel urbanístico como a nivel cultural. Las décadas centrales del XIX, reunirían los factores esenciales para que la ciudad disfrutara de años de relativo esplendor. En ese contexto, se produjo la sustitución del histórico puente de barcas por uno moderno, fiel reflejo de la nueva etapa de la ciudad. Era algo que Sevilla llevaba demandando siglos, un puente de carácter permanente y estable que conectara la ciudad con el barrio de Triana.

EIFFEL Y OTROS BULOS SOBRE EL PUENTE DE TRIANA


Antes de entrar en materia, desmintamos algunos bulos que el "corta y pega" de Internet ha ido extendiendo, convirtiéndolos en falsas verdades. En el caso del Puente de Triana nos encontramos principalmente con tres. El primero de ellos es sobre la autoría, que tradicionalmente se atribuyó a veces a Gustave Eiffel y a veces a sus discípulos. Y es que toda ciudad que se precie, tiene que tener alguna construcción atribuida al francés o a sus seguidores. Afortunadamente es un bulo ya en peligro de extinción, pero aún pueden encontrarse resultados que dan como autor del puente sevillano a Eiffel, quién en el momento que se realiza el proyecto contaba con tan solo trece años de edad y sus discípulos quién sabe, lo mismo aún no habían nacido.

El segundo error, este extendido a la gran mayoría de relatos que hablan del Puente de Isabel II, es el de atribuir al duque de Montpensier, Antonio de Orleans, el que los ingenieron fueran franceses y el que el puente fuera una copia del Pont du Carrousel de París. El proyecto se elige entre varios en 1845, mientras que los Montpensier huyen de París y acaban estableciéndose en Sevilla en 1848. De hecho, hay relatos de la época que narran como estando ya establecidos en Sevilla los duques, llegó a oídos de Antonio de Orleans que el puente que se estaba construyendo, era copia de uno parisino. Precisamente él había asistido a la inauguración en París del puente del Carrusel junto a su padre y quiso ver in situ las obras del puente trianero. Para ello construyeron una amplia caseta en la orilla de Sevilla, aguas arriba. Allí fueron recibidos los duques y allí embarcaron en una falúa para ver las obras de cerca, mientras el ingeniero y los técnicos, les explicaron el proyecto.

El tercer error es fácil de desmentir. El nombre de uno de los dos artífices del Puente de Triana aparece en muchos lugares como Ferdinand o Fernando Bennetot y el apellido real y correcto es Bernadet. El "corta y pega" en este tercer caso ha sido brutal.

Desmentidos los bulos, entremos en materia.

UN PUENTE DE PIEDRA PARA SEVILLA


Sevilla había subsistido milagrosamente con un único puente, inestable y anacrónico durante siglos. Parece increíble que la que fuera Puerto y Puerta de Indias durante el siglo XVI, hubiera podido aguantar el trasiego de mercancías y uno de las mayores actividades comerciales del mundo, con un único puente realizado de tablas sobre una base flotante de barcas.

Fue precisamente durante el XVI cuando se planea levantar un puente de piedra, más alto, más ancho y más estable que el de barcas. Sevilla podría así resistir las avenidas del río y las consecuentes inundaciones de la ciudad, sin ver como sus dos orillas quedaban aisladas por la rotura del puente.

En 1586 se traslada la petición de levantar un puente de piedra al rey Felipe II, algo a lo que este hizo oídos sordos. Hubo que esperar más de 40 años hasta que en 1629, tras una fuerte riada, se hace un nuevo intento con la mediación del conde-duque de Olivares en la corte. Con la ayuda de Andrés de Oviedo, se rescata el proyecto, que también sería rechazado.

La ubicación prevista para el puente de piedra era más al norte que el de barcas, en concreto a la altura de donde hoy encontramos el Puente Cristo de la Expiración, uniendo así los caminos de Huelva y Mérida con el Aljarafe, Triana y Sevilla. El proyecto consistía en un puente de sillares de piedra, con 25 arcos y unos 450 metros de longitud (para hacernos una idea, el Puente Romano de Córdoba, tiene 16 arcos y 330 metros de largo). Sevilla tendría que esperar tres siglos más para ver su primer puente fijo.

OTROS PROYECTOS PREVIOS AL PUENTE DE ISABEL II


El primer proyecto de puente estable para Sevilla aparece en 1563, propuesto por el matemático italiano Fabricio Mondente y consistía en un puente de hierro y madera. Tras él, llegaría el proyecto de puente de piedra visto anteriormente, el de Andrés de Oviedo.

La epidemia de peste de 1649, los enfrentamientos que los Hasburgo mantenían con media Europa, la Guerra de Sucesión Española de 1700 o el traslado a Cádiz de la Casa de Contratación en 1717 y la consiguiente pérdida de poder de Sevilla en el comercio con América fueron retrasando la construcción de un puente para Sevilla.

Sería ya en el XIX cuando varios proyectos previos al definitivo fueron apareciendo.

En 1824 se presentó el primero de ellos, sería el de Silvestre Pérez (diseño fechado en 1819, año de la muerte de Pérez y encontrado entre los papeles de Ceán Bermúdez), el cual pueden ver en la siguiente fotografía. A él le seguirían proyectos de Bellevue (1827), dos de José Agustín de Larramendi (uno de hierro y otro colgante), otro de piedra proyectado por Pedro Miranda (1833) y posteriormente el definitivo de Steinacher y Bernadet.

DISEÑO FRANCÉS PARA EL PUENTE DE ISABEL II DE SEVILLA


No sería hasta 1830 cuando el Ayuntamiento se toma en serio el anhelo de Sevilla por su primer puente estable. Se empezaron a realizar los trámites necesarios hasta que se convoca una subasta pública en 1844 y se elige el proyecto definitivo a comienzos de 1845. Concursaron empresas nacionales y extranjeras, siendo elegido el proyecto presentado por los ingenieros franceses Gustave Steinacher y Ferdinand Bernadet (Bernadet abandonaría las obras en 1846 y Steinacher en 1848). Estos habían presentado tres diseños de puentes diferentes: uno de piedra, uno colgante (los más habituales de la época), y uno de hierro sobre pilares de piedra. El elegido fue este último, donde la plataforma del puente apoyaba sobre tres grandes arcos de hierro fundido, de 43'33 metros de luz cada uno, con un estribo de piedra en cada orilla y dos grandes pilares, igualmente de sillares de piedra, sobre el río. La longitud total es de 136'5 metros (incluyendo los estribos), medidas que han ido cambiando, al igual que la anchura, a la par que las diferentes reformas se fueron realizando. Por ejemplo en la anchura entre barandas, originalmente fue de 12'40 metros y actualmente es de 20 metros. El sistema de arcos realizados en hierro fundido, representaba lo más novedoso en ingeniería de puentes a mediados del XIX. Sería Antoine-Rémy Polonceau quien en 1831 levantaría el Puente del Carrousel de París, que sirvió de modelo al de Triana y a otros puentes de la época. La empresa para la que trabajaban Steinacher y Bernadet (Casa Albert, concesionaria de las obras), quebró al poco tiempo de iniciarse las obras, debido a la crisis económica que atravesaba Francia, y que desembocaría en la revolución de 1848. Por tanto, las obras cambian de manos y los franceses fueron sustituidos por un español, Canuto Corroza, quien se pone a la cabeza del proyecto y finalizaría las obras. Para financiar la construcción del puente, se establecieron dos portazgos durante diez años en los puntos denominados Tardón y Patrocino.

El Puente de Triana es prácticamente una copia exacta del puente parisino, de hecho se hubo de pagar patente para poder construirlo. Algo a lo que el Ayuntamiento accedió siempre que las piezas fueran construidas en Sevilla. Los materiales llegarían de la Sierra Norte, en concreto de El Pedroso, tanto hierro como la piedra, al igual que también llegó hierro desde Guerezo (Vizcaya) y Marbella. El puente por tanto tenía diseño francés pero la mano de obra, los materiales y la fabricación fueron locales.

Observen en las dos siguientes fotografías el aspecto original del puente. Cambia el diseño de la barandilla, de las farolas, y la plataforma es más estrecha que la actual, apoyando directamente sobre los arcos de hierro.

El puente parisino desaparecería un siglo después para dar paso al actual, convirtiéndose el Puente de Isabel II en el mejor ejemplo del sistema diseñado por Polonceau, algo que podemos ver también en otros puentes franceses.

La fundición encargada de realizar las diferentes piezas sería la de San Antonio. Se encontraba en una manzana del barrio de San Vicente, junto al convento de San Antonio de Padua del que recibiría el nombre. Esta fundación estaba en manos del catalán Narciso Bonaplata y Curiol, nacido en Barcelona y establecido en Sevilla. Fue un personaje muy conocido en la ciudad y uno de los precursores de la famosa Feria de Abril sevillana.

Para la construcción de la nueva plataforma, el antiguo puente de barcas se trasladó aguas abajo hasta quedar colocado entre la plaza de toros de la Real Maestranza y la primera zapata de la calle Betis. La única fotografía que se conserva, nos muestra precisamente el puente en esa ubicación.

El puente fue entregado a las autoridades en enero de 1852, sin embargo quedaban por terminar los accesos al puente en ambas orillas. Por esto, la inauguración oficial sería el 23 de febrero de ese mismo año. Ese día el puente amaneció engalanado con banderas y gallardetes para su bendición e inauguración oficial. Desde la iglesia de Santa Ana, partió un cortejo hacia la calle Betis y cruzando por última vez el Puente de Barcas, recogió el lienzo con la Virgen del Carmen y las imágenes de San José y San Antonio que se encontraban en la pequeña capilla a la entrada del puente, en la orilla de Sevilla. Recorrieron esa margen del río hasta llegar al inicio del nuevo puente. Con la Virgen del Carmen recorrieron los ciento cincuenta metros de la nueva estructura para entrar al barrio y depositar el lienzo en la nueva capilla que se había levantado en la Plaza del Altozano por el arquitecto Balbino Marrón. Las campanas de Triana repicaban, era un día grande en el barrio. Los trianeros tenían desde ese día un puente sólido para cruzar a Sevilla sin temer que las avenidas del río lo destruyeran y el aislamiento histórico del arrabal había llegado a su fin. Mientras las campanas sonaban, la Virgen del Carmen, San José y San Antonio descansaban en su nueva capilla y el Puente de Triana quedaba inaugurado.

UN PUENTE PARA ISABEL II EN SEVILLA Y EN BILBAO


Apenas unos días después de que comenzara a construirse en Sevilla el Puente de Isabel II, en Bilbao se empieza a levantar otro con el mismo nombre. Sin embargo, el bilbaíno se terminó cuatro años antes que el sevillano, por lo que podría ser considerado el más antiguo de España. El puente pasó a ser conocido posteriormente como Puente del Arenal. Tuvo la parte central levadiza, pero el puente duró poco tiempo y apenas treinta años después, entre bombardeos y riadas, el puente sería reconstruido en piedra, perdiendo cualquier similitud con el Puente de Triana y por tanto, con los puentes de Polonceau. La Guerra Civil lo hizo desaparecer y el actual Puente del Arenal, ya de hormigón, es de 1940.

Del Puente de Isabel II original, se conserva uno de los arcos de los cinco que tuvo. Se reutilizó ría abajo, en la desembocadura del pequeño río Udondo, cerca de Guetxo.

EL PUENTE DE HIERRO MÁS ANTIGUO DE ESPAÑA ESTÁ EN MADRID


Pero el puente de hierro más antiguo de España no es ni el de Sevilla, ni el de Bilbao. Aunque no es comparable con estos por ser simplemente una pequeña pasarela peatonal, el puente más antiguo lo tenemos en el Jardín del Capricho, en la Alameda de Osuna de Madrid. Se construye en 1830, contemporáneo por tanto del Puente del Carrousel de París. Fue toda una novedad, pues el uso del hierro en la construcción de puentes no estaba aún extendido en la península.

Durante los 170 años de vida del puente trianero, varias han sido las reparaciones, ampliaciones y reformas. De hecho, el puente estuvo a punto de desaparecer. Como esa parte de su historia es bastante interesante debido a la llegada de los vehículos a motor, el tranvía y las consecuencias que eso tuvo sobre el puente, dedicaremos otro artículo aparte a esos aspectos. Tienes el enlace a continuación.

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4 comentarios en “El Puente de Isabel II: el Puente de Triana.”

  1. Con el fin de aliviar el tráfico en el Puente de Piedra, el cual estaba al límite del colapso en el siglo XIX, se construyó, en el año 1895, el Puente de Nuestra Señora del Pilar, más conocido como el Puente de Hierro.

  2. La procedencia del hierro con el cual se construye el puente Isabel II es de la Sierra Norte de Sevilla de las minas de hierro de El Pedroso.

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