Azulejos sevillanos en Portugal.

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Hoy vamos a sumergirnos en el maravilloso mundo del azulejo y más concretamente en los azulejos sevillanos que encontramos en Portugal. La primera vez que visité la Catedral Vieja de Coimbra fue en el otoño de 2001, hace ya veinte años. ¡Quién me iba a decir a mí que al entrar allí, iba a encontrarme el interior cubierto de azulejos de mi ciudad y más concretamente hechos en mi mismo barrio! Pues sí, evidentemente no iba a ser yo el único trianero en entrar allí, pero sorprende encontrarse sin esperarlo, azulejos realizados cinco siglos antes a pocos metros de donde vives. Pero no serían esos los únicos azulejos sevillanos que vi ese año en Portugal. Semanas después estuve en Sintra y allí, en el Palacio Nacional, de nuevo me encontré con azulejos trianeros y al subir al Palacio da Pena igual, más azulejos que habían llegado de mi ciudad. Fue ahí, hace veinte años, cuando empecé a buscar información sobre este tema. ¡Me pareció fascinante encontrar allí azulejos sevillanos! Hoy que soy guía oficial y que tengo un blog donde poder escribir, aprovecho y os contaré los motivos por los que en Portugal podemos encontrar azulejos sevillanos con más de 500 años de historia.

 

 

La influencia del azulejo sevillano fuera del Reino de Sevilla fue importante, debido principalmente a que el apogeo del sector cerámico de la ciudad, coincide con el momento de mayor expansión comercial y económica de su historia. El siglo XVI fue sin duda el "siglo de oro" sevillano; con un puerto convertido en uno de los principales del mundo en ese momento, una Carrera de Indias en plena ebullición y un desarrollo de la cerámica local sin precedentes hasta el momento. Toda la coyuntura era propicia para que los azulejos producidos en los hornos trianeros salieran de sus fronteras y llegaran a otros puntos del planeta.

Vamos a ver uno de estos ejemplos, quizás uno de los mejores y también de los más importantes porque será la introducción de los azulejos en el país vecino, y el punto de partida para su desarrollo posterior, algo que Portugal convertirá en una de sus mayores señas de identidad.

Llegado a este punto vamos a desmentir algunos bulos difundidos en ese maravilloso almacén de informaciones erróneas que es Internet. Me llama la atención la cantidad de errores históricos que circulan por las redes y que a base de copiar unos a otros, esos errores acaban convirtiéndose en "falsas verdades", desvirtuando la realidad.

Si buscan información sobre el origen del azulejo en Portugal (o en España), verán que todo apunta al pasado musulmán pero eso es algo tan amplio y abstracto que induce a errores. En el caso portugués, el dominio musulmán fue prácticamente idéntico al sevillano en cuanto a cronología. La conquista de la Península Ibérica fue muy rápida, por lo que los musulmanes llegaron a casi todos los puntos de la misma en cuestión de muy pocos años. Sin embargo, la "reconquista" de los territorios por parte de los cristianos fue muy lenta, comenzando prácticamente justo después de la llegada de los musulmanes a la península en el 711 y se prolongó hasta 1492, cuando Granada cae bajo el dominio de los Reyes Católicos. Los musulmanes estuvieron en Granada casi 800 años, en Sevilla más de 500, más de 300 en Toledo, menos de 200 años en León y apenas varios años en lugares del norte peninsular.

En Portugal ocurre igual, con la diferencia de que en 1249, apenas un año después de la llegada de los cristianos a Sevilla, Portugal expulsaba a los últimos musulmanes del Algarve.

Por eso cuando leemos que el azulejo en Portugal tiene origen musulmán, la información hay que matizarla. Es verdad que el azulejo en nuestras tierras tiene origen musulmán, pero serán los nazaríes del siglo XIV en Granada los que empezarán a usar paños cerámicos para decorar las estancias de la Alhambra con sus maravillosos alicatados (Portugal llevaba ya un siglo en manos cristianas). Esos alicatados salen del reino musulmán nazarí para llegar al Palacio Mudéjar de Pedro I en Sevilla, y desde aquí comenzará su expansión por los diferentes reinos cristianos peninsulares. Por tanto la llegada del azulejo a Portugal tendrá origen musulmán, pero serán los mudéjares (musulmanes que viven en territorios cristianos), los que difundan su uso a lo largo de la Península ibérica.

 

¿POR QUÉ SEVILLA?

Sevilla se convierte en protagonista absoluta de toda esta trama como ahora vamos a ver. La ciudad había sido capital de los almohades, siendo una ciudad más grande que las castellanas del momento. Cuando la conquistan los cristianos en 1248, Sevilla se convierte en la mayor ciudad de Castilla y aunque al inicio de su etapa cristiana, los habitantes eran muchos menos de los que la ciudad era capaz de albergar, con el paso de los años la ciudad se empieza a repoblar con familias de otros puntos de Castilla, convirtiéndose en la más poblada de la corona. Los cristianos heredan una ciudad bien defendida, con un importante puerto, con relaciones comerciales ya establecidas y asentadas, con una infraestructura que la convirtieron en poco tiempo en el motor comercial, económico y cultural de Castilla.

Que los Reyes Católicos la eligieran como sede de la Casa de Contratación de las Indias y cabeza del monopolio americano no fue casual. Sevilla llevaba siglos siendo la ciudad mejor preparada para esta misión y la ciudad supo aprovecharlo.

Volviendo a la cerámica, Sevilla se convierte en puerto de exportación de azulejos. Tenía gran cantidad de hornos cerámicos en Triana, donde artesanos locales y otros llegados de otros puntos de la península y de Europa se asentaron. La cerámica se producía en muchos lugares, dependiendo de la época se pondrá de moda la de un lugar o la del otro. En el XVI triunfa la de Manises, en el XVII la de Talavera y en el XVIII la de Delft. A Sevilla llegaban piezas cerámicas de estos lugares y desde aquí ser distrubuidas a través del puerto, pero es que también se fabricaron en Triana cerámicas al estilo de Manises, Talavera o Delft para así ahorrar el transporte desde esos lugares hasta la capital hispalense. Artesanos de estas ciudades se llegaron a asentar aquí y producir aquí mismo para abaratar costes.

Por eso Sevilla se convierte en el centro neurálgico de la producción y comercialización de la cerámica europea y desde aquí llegaría a Portugal o a América.

Los azulejos que se realizaban en ese momento en Sevilla eran de dos tipos principalmente: los de cuerda seca primero y luego los de arista, también llamados de cuenca. En lugares como en el antiguo Convento de Santa Clara o en el Monasterio de la Cartuja podemos ver ejemplares del siglo XVI, muy similares a los llevados a Portugal.

 

PRINCIPALES EJEMPLOS DE AZULEJOS SEVILLANOS EN PORTUGAL.

La historia comienza con un rey, Manuel I de Portugal (1469-1521). Rey que pasó a la Historia como uno de los grandes constructores de la corona portuguesa, creando incluso un "estilo propio", el Arte Manuelino.

Don Manuel tuvo el título de Príncipe de Asturias ya que se casó con Isabel de Aragón, la primogénita de los Reyes Católicos, la cual falleció en el parto del que sería el heredero del reino portugués.

Fue precisamente el año de la muerte de su esposa Isabel en 1498, cuando don Manuel visitó Castilla y durante el viaje quedó prendado de los azulejos sevillanos. Quedó tan fascinado que decidió realizar un encargo a Fernán Martínez Guijarro y Pedro de Herrera de 10146 azulejos para decorar el interior del Palacio Real en Sintra. Serían los primeros azulejos realizados en Triana que llegarían al país vecino. 

 

 

Como suele ocurrir en estos casos, lo que haga el rey sería imitado luego por nobles y altos cargos del clero. La popularidad debió ser tal que Martínez Guijarro y Herrera recibirían un nuevo encargo, esta vez para Coimbra.

La ciudad de Coimbra fue la primera capital de Portugal, contando con la universidad más antigua de Portugal (y una de las más antiguas de Europa), con una de las catedrales igualmente más antiguas del país vecino y conserva un importante patrimonio. Los azulejos sevillanos de la Sé Velha (Catedral Vieja), forman uno de los principales conjuntos conservados en el país.

 

 

La catedral es del siglo XII, de estilo románico con añadidos posteriores, sobria y de tamaño medio. Está construida en piedra y su interior estuvo al inicio cubierto en su totalidad por paños de azulejos sevillanos, realizados en talleres trianeros en 1503 por los ya citados ceramistas: Fernán Martínez Quijarro y Pedro de Herrera. El encargo fue realizado por el obispo de la ciudad, Jorge de Almeida y de todo el friso que decoraba el perímetro interior, hoy se conservan in situ solo algunos fragmentos, encontrándose el resto en diferentes museos de la ciudad y del país.

Quizás sean estos dos lugares que hemos visto, los principales ejemplos de azulejos sevillanos en Portugal pero hay más. Aunque no entremos en detalle, sí que me gustaría al menos citarlos:

  •  Iglesia del castillo de Montemor-o-Velho , localidad cercana a Coimbra. 
  • El Palacio da Pena de Sintra integra en su interior restos de un monasterio jerónimo existente con anterioridad (levantado en tiempos del citado rey don Manuel I), y que quedó en ruinas con el terremoto de Lisboa de 1755. Estos azulejos se encontraban en el claustro del antiguo edificio y hoy los podemos ver en el patio central del palacio.
  • Monasterios de Santa Clara-a-Velha y Santa Clara-a-Nova, ambos en Coimbra. 
  • Iglesia de Sao Paulo de Frades, también en Coimbra. 

Aunque se siguieron importando azulejos sevillanos, Portugal comenzaría a fabricar sus propios azulejos, primero siguiendo los modelos sevillanos y luego alejándose poco a poco de estos hasta crear su propio estilo. Los siglos XVII y XVIII dejarán un legado en cuanto a azulejos se refiere realmente espectacular, llegando hasta nuestros días. El gusto por la azulejería llegó hasta tal punto en el país vecino, que hoy es una de las mayores señas de identidad de Portugal. Incluso los edificios modernos incorporan muchas veces azulejos. Forman parte de su lenguaje, de su estética y de su personalidad.

 

 

Lo de Portugal con los azulejos no es una relación simple, sin más. Los portugueses tienen con sus azulejos una verdadera historia de amor, basada en la admiración y el respeto, formando parte de su propia identidad. Sería imposible imaginar hoy Portugal sin sus azulejos, y yo, como enamorado de mi ciudad que soy y como enamorado de Portugal que vivo, siento un orgullo enorme de pensar que esa historia de amor que los portugueses tienen con sus azulejos, nació en mi ciudad, en mi barrio, a pocos metros de donde vivo. Que la tierra sevillana y el agua del Guadalquivir formen parte de la historia viva de un país tan fascinante como Portugal me emociona y me hace sentir una enorme admiración por el país vecino. Ojalá Triana y Sevilla hubieran sabido cuidar esa tradición hoy extinguida aquí. Miremos a nuestros vecinos portugueses y aprendamos de ellos a querer, valorar y cuidar lo que es suyo, creo que es justo reconocer los errores, admitir la derrota y aplaudir al vencedor. Fuimos nosotros los que los enseñamos a fabricar azulejos, pero han sido ellos los que aprendieron a caminar solos, y lo supieron hacer magníficamente bien, colocando el arte del azulejo en lo más alto, convirtiéndolo en su emblema y mostrándolo al mundo con orgullo.

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José Manuel Villalba Rodríguez

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