Las columnas de la antigua iglesia de Santa Cruz

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Hoy hablamos de algo bastante desconocido incluso para los propios sevillanos, y es que aún se conservan cuatro columnas de la antigua iglesia de Santa Cruz de Sevilla, ya desaparecida. Pasear por una ciudad histórica es siempre una aventura apasionante, contemplando lugares, edificios o elementos que formaron parte de la vida pasada del lugar. Pero muchas veces encontramos "fragmentos" de esas vidas pasadas, restos que fueron algo más que eso siglos atras, columnas, capiteles, reaprovechados en otras construcciones, descontextualizados, en lugares para donde no fueron hechos, pareciendo formar pistas de un juego al que jugar, si queremos reconstruir su historia.

En Sevilla es fácil encontrarse con antiguas columnas romanas o visigodas, reutilizadas en otros lugares y con otros usos diferentes de aquellos para las que fueron concebidas. Un ejemplo son las columnas que se han usado durante siglos como guardacantones o las antiguas ruedas de molino, como ya contábamos en otra entrada anterior que podéis leer también y cuyo enlace lo veréis al final de este artículo. Pues otro ejemplo más de elementos descontextualizados y colocados en otro lugar diferente del original son las cuatro columnas de granito que podemos ver en la calle Rábida de Sevilla.

Como muchos sabréis, la actual Plaza de Santa Cruz, una de las más emblemáticas del barrio que lleva su nombre, estuvo ocupada anteriormente por una iglesia, la antigua parroquia de Santa Cruz, derribada tras la invasión francesa, pero antes de ser iglesia fue sinagoga entre 1252 y 1391, y anteriormente mezquita. Estamos por tanto ante unas columnas que han sido utilizadas por tres grandes culturas que habitaron esta ciudad. Si tenemos en cuenta que son reaprovechadas de edificios anteriores de época visigoda o posiblemente romana, estamos ante unos fragmentos de granito que han sido habitantes de esta ciudad prácticamente desde el inicio de su historia. Para saber un poco más vamos a fijarnos en lo que nos cuenta Félix González de León; erudito, escritor, historiador y cronista que centra su trabajo en Sevilla y que vive entre 1790 y 1854, siendo testigo directo del derribo de la antigua iglesia de Santa Cruz y del nuevo paradero de estas columnas de las que hablamos hoy.

El testimonio de González de León es el más completo que tenemos del edificio desaparecido: "Se había erigido el año de 1391 cuando se extinguió toda la judería, en una de las sinagogas que se le quitaron a los judíos; y conservaba la misma forma que entonces tenía. Era pequeña, de tres naves desiguales que estribaban sobre columnas obscuras de granito basto, como las que hay por las gradas de la Catedral; y eran desiguales en su grueso y altura. La techumbre era de tirantes de madera cubierta de tejas" (González de León, 1844, 28).

Esta sinagoga fue una de las tres mezquitas que Alfonso X el Sabio entregó a la comunidad judía para que las usaran para su culto. Como sigagoga funcionó hasta el 6 junio de 1391 en el que pogromo, o revuelta que arrasa la judería sevillana, acabó con la vida de este rincón de la ciudad. Tras el triste episodio, la sinagoga pasaría a tener uso como iglesia al igual que el resto de sinagogas de la judería. El mal estado obligó al parecer a reconstruirla en 1480 y allí se mantuvo abierta al culto hasta 1806 en que se cierra por encontrarse en estado de ruina. Diego Angulo por su parte, atribuía el hecho de que las columnas fueran de diferente tamaño y procedencia, a su posible origen en época anterior al Califato de Córdoba.

La parroquia se traslada temporalmente mientras duraran las obras a la iglesia conventual de los padres menores (convento del Espíritu Santo, en la calle Mateos Gago, cuyos restos del edificio están ocupados hoy por el colegio San Isidoro), pero con la llegada de los franceses en 1810 todo cambia. Estos expulsan a los padres del convento y prohíben la reapertura de Santa Cruz, ordenando su derribo. Por tanto la antigua iglesia, sinagoga y mezquita había sido condenada a muerte y la sede parroquial quedó en el convento de los padres menores ya con estos expulsados.

Una real orden de 1812, ya tras la ocupación francesa, devuelve los conventos a sus antiguos dueños por lo que los padres menores regresan en 1813 y la parroquia se traslada al Hospital de los Venerables Sacerdotes, donde permaneció hasta que con la desamortización de Mendizábal, el antiguo convento del Espíritu Santo es desalojado y la parroquia se instala definitivamente en su iglesia donde permanece a día de hoy.

Una de las obras de arte más importantes de la antigua iglesia era el Descendimiento de Pedro de Campaña, afortunadamente conservado hoy en la Sacristía Mayor de la catedral, presidiendo su capilla principal. Peor suerte tuvieron los restos de Murillo, sepultado bajo la iglesia de Santa Cruz, cerca del Descendimiento de Campaña que tanto admiraba y cuyos restos no volvieron a localizarse tras el derribo. En la actual plaza, una placa recuerda que en algún lugar de ella se encuentra enterrado el pintor.

González de León nos dice que las columnas que sostenían los arcos de la sinagoga, permanecieron en el lugar tras el derribo y que no sería hasta 1930 cuando se llevan a donde se iba a construir un jardín botánico, junto a la Fuente del Abanico (actual glorieta de Buenos Aires), lugar situado a las espaldas del Palacio de San Telmo, adquirido en 1848 por los duques de Montpensier cuando fijaron su residencia en Sevilla. Las columnas habían quedado sin uso, pues nunca llegó a construirse dicho jardín botánico y fueron colocadas finalmente sosteniendo las cancelas de hierro que daban acceso a los jardines de San Telmo por el Paseo de las Delicias.

Así lo atestigua también José Sebastián y Bandarán, sacerdote que encontramos implicado en todo lo que ocurriera en la ciudad por esas fechas. Este nos dice que las columnas fueron trasladadas a la parte de los jardines que daba a la nueva avenida de María Luisa, delante de la estatua de Fernando VII (una de las estatuas nómadas de esta ciudad y de la que algún día hablaremos), cuando en 1893 la infanta María Luisa, viuda del duque de Montpensier, donó a la ciudad el Parque que lleva su nombre.

"Finalmente, cuatro de aquellas columnas fueron cambiadas de sitio, sosteniendo una verja en los jardines que rodean en Pabellón de Chile en la calle Rábida, creada en ese momento con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929". (Sebastián y Bandarán, 1935, 50) y allí continúan en la actualidad, pasando prácticamente desapercibidas después de un milenio formando parte de uno de los edificios históricos de nuestra Sevilla.

A CONTINUACIÓN TIENES ENLACES DE ARTÍCULOS RELACIONADOS, COMO EL CITADO SOBRE LAS RUEDAS DE MOLINO Y GUARDACANTONES, Y OTROS SOBRE LA PLAZA DE SANTA CRUZ Y LA ANTIGUA JUDERÍA:

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5 comentarios en “Las columnas de la antigua iglesia de Santa Cruz”

  1. Dos cosillas: Muy curiosa la historia de las columnas nómadas y leyéndote me pregunto si tienen relación con las de la Alameda de Hércules y la calle Marmoles y ¿Para cuando la Sevilla romana?

  2. Gracias Juan, pues en principio no se relacionan las columnas de Santa Cruz y las de la calle Mármoles aunque si tenemos en cuenta una de las teorías de que las columnas romanas de la calle Mármoles pudieron ser el pórtico de la primera catedral de la ciudad……quién sabe cómo podría ser esa catedral visigoda y cómo serían sus columnas pero como te digo, con los datos que tenemos no tendrían relación alguna. Sobre la Sevilla romana tengo ganas de escribir pero aparte de lo que puede verse en el Antiquarium de la Encarnación, los restos conservados son pocos, usados como material de acarreo y, aunque en mis recorridos por Sevilla hablo bastante de la época romana en la ciudad y de temas poco conocidos pero me gusta reservarlo para las visitas, las joyitas hay que reservarlas para los visitantes jejejeje. De todas formas si se te ocurre algún tema me dices y ya vemos si escribo sobre ello o te lo cuento en tu próxima visita a Sevilla.

  3. Muchas gracias José Manuel, estaré encantado de repetir visita contigo. Sobre Sevilla me gustaría leer algo sobre la vinculación con Córdoba (me encanta también esa ciudad) o con con el alto Guadalquivir. Aunque ya has hecho referencia a Úbeda en otro artículo. Sevilla es nuestra hermana (y maestra a veces)

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