La antigua judería de Sevilla

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Hoy vamos a hablar de la antigua judería de Sevilla. Para los "nostálgicos" como yo, saber cómo era lo que ya no existe, estudiar cómo fue lo que ya no vemos, es casi tan apasionante como contemplar o estudiar lo que aún podemos ver. Y es que disfrutar de lo que existe y podemos ver con nuestros ojos puede ser relativamente fácil, pero disfrutar de lo que ya no se conserva puede resultar más complejo, pero no menos apasionante.
El caso que hoy nos ocupa va de eso precisamente, de imaginar, de saber ver con algo más que los ojos. Hoy quería hablaros de la antigua judería de Sevilla y de la muralla que la rodeaba siglos atrás, de la que solo queda visible un lienzo de muro de unos 10 metros aproximadamente. El resto permanece bajo tierra, adosado a otras edificaciones o desaparecido, por tanto será nuestra imaginación la que nos lleve a visitar los muros de la que fue, segunda judería de Sefarad en tamaño e importancia después de la de Toledo.

Como Aljama conocemos la mezquita principal de la medina musulmana, pero también designa a la comunidad judía de una ciudad. Por tanto cuando hablamos de musulmanes, la aljama es su edificio religioso principal en la ciudad, al hablar de judíos nos referimos al conjunto de personas que profesaban la religión hebraica, a la comunidad (sus edificios de culto, como sabemos, se llaman sinagogas) y que vivieron, como en el caso de Sevilla durante un tiempo, separados del resto de la ciudad por una muralla.
Según la tradición, los primeros judíos habrían llegado a Sevilla tras la destrucción del primer templo de Jerusalén por Nabucodonosor en el 587 a.C., tratándose de descendientes de la casa de David, pero en realidad no se sabe desde cuándo existieron asentamientos judíos en la Península Ibérica, pues el primer testimonio epigráfico es el epitafio de Justino datado en el siglo II de nuestra era y desde el punto de vista arqueológico, el primer vestigio judío sería una ánfora del siglo I con una marca hebrea. Sabemos que en el Concilio de Ilíberis, celebrado durante el primer cuarto del siglo IV (primer concilio que se celebró en la Bética por la iglesia cristiana y que tuvo lugar en Ilíberis, actual Granada), uno de los cánones prohibía a los cristianos el matrimonio con judíos.
Bajo la monarquía visigoda pudieron vivir en paz hasta la conversión de Recaredo al catolicismo en el año 586, cuando las condiciones se vuelven adversas y comienza su persecución. Sin embargo, la presencia judía, aunque menguada, continúa en Sevilla durante el 700 pues se sabe que algunos lucharon por defender la ciudad en el 712 frente a los musulmanes. Con estos llega una etapa de calma para la población hebraica y sabemos que durante los siglos de la Sevilla islámica, los judíos comenzaron a destacar por su sabiduría y que su inteligencia estuvo al servicio de la corte sevillana como en tiempos de al-Mutadid y de su hijo al-Mutamid. Gran parte de la población miraba siempre con recelo a los judíos, nunca fueron aceptados del todo, pero al tener el respeto de la clase dirigente pudieron vivir en relativa calma. Es sabido que los judíos solían asentarse en lugares bien defendidos, al amparo de fortalezas y castillos que el propio rey les concedía para que pudieran defenderse con facilidad y si no los hubiere, levantaban una muralla que los defendiera de ladrones o del asalto de sus vecinos (esto se dio en Sevilla, donde la judería nace junto al Alcázar y se extiende junto a las murallas de la ciudad en sentido norte, aprovechando la muralla almohade que los protegía del exterior y luego el muro interior que los defendía del resto de la ciudad). Generalmente poseían una puerta de salida directa extramuros, por la que podían salir de la ciudad sin transitar por la zona cristiana, con lo cual en caso de necesidad podían salir rápidamente (en el caso sevillano sería la Puerta de la Carne). En este período ya viven en Sevilla algunas familias que destacarán dentro de la aljama sevillana como la familia Abravanel, de la cual nacería siglos despues, el sabio tesorero de los Reyes Católicos y padre del ilustre humanista León Hebreo.
El período de calma terminará con la llegada de los almohades y los judíos se dispersaron por otras ciudades como Lucena o Toledo, a cuya escuela de traductores llega el converso Yohanan ibn Daud, bautizado como Juan de Sevilla o Juan Hispalense, que daría días de gloria a la cultura hispánica y a la ciencia universal con sus traducciones filosóficas y sus tratados de astrología y matemáticas.
Muchos estos judíos emigrados a Toledo tras la invasión almohade, volvieron a Sevilla con la llegada de los cristianos durante el siglo XIII, trayendo con ellos lo que muchos denominan el "ideal cultural toledano" y será ahora cuando la judería sevillana viva su época de mayor esplendor, llegando a más de 2000 habitantes y llegando a ocupar unas 16 hectáreas durante el siglo XIV (algunas fuentes hablan de muchos más habitantes, llegando incluso a hablarse de 7000 familias, algo bastante improbable teniendo en cuenta que si suponemos que cada familia estuviera formada por 5 miembros, saldrían 35.000 personas que era prácticamente el total de la población de la ciudad en esa época).
Es en 1252, con la llegada al trono de Alfonso X tras suceder a su padre el rey Fernando III, cuando se hace entrega a los judíos de tres antiguas mezquitas para su uso como sinagogas y que luego pasarían a ser iglesias. Son la antigua y desaparecida iglesia de Santa Cruz, situada en la actual plaza de Santa Cruz; la iglesia de Santa María la Blanca, donde aún pueden apreciarse detalles de su pasado como sinagoga y como mezquita; y la antigua iglesia de San Bartolomé, sustituída en el siglo XVIII por la actual. Hay datos para pensar que el actual convento de Madre de Dios fue levantado sobre unas antiguas casas, que hicieron de sinagoga durante el siglo XIV pero de lo que no se conserva vestigio alguno.

Sobre la cronología de la muralla de la antigua judería de Sevilla poco sabemos aún, aunque son mayoría los que opinan que fue leventada con posterioridad a la conquista cristiana de 1248. En la rehabilitación del Palacio Mañara aparecieron restos de la muralla de la judería, concretamente un tramo en ángulo recto que cortaría la planta de un edificio del siglo XII por lo que deducimos que la construcción del muro partiría del asentamiento de la aljama judía en ese sector de la ciudad a partir de que Alfonso X les entregara las tres mezquitas para su culto, en época ya cristiana.
La ciudad estaba, como bien sabemos, cercada por las murallas que los almohades habían levantado para proteger Isbilya y dentro de este recinto, un muro interior cerraba lo que fue la segunda comunidad judía en importancia de Sefarad tras la toledana.
Por el este, la muralla almohade hacía también de muralla de la judería de Sevilla, desde el Alcázar hasta las cercanías de la Puerta de Carmona. La entrada por tanto desde el exterior de la ciudad a la judería se hacía por la Puerta de la Carne, donde comenzaría la calle principal, su eje central, donde se encontraban la mayor parte de palacios, casas importantes, tiendas y una de las sinagogas. Era la calle larga, la que atravesaba el barrio y que aún hoy conduce desde Puerta de la Carne a San Nicolás, o sea, la actual calle Santa María la Blanca y su prolongación en la calle San José. Allí se desarrollaba el mercado y de ahí su nombre más antiguo como calle de la Açuayca o "suwayqa", palabra árabe diminutivo de zoco o mercado. Enfrente de la sinagoga se encontraba el "mikweh" o baño ritual de la misma, hoy sótano del restaurante El Cordobés, conservando aún las carácterísticas de un hamman y actualmente almacén del restaurante. Posiblemente la plazuela que encontramos al lado fuese un espacio ocupado por tiendas. Más arriba encontraríamos casas como las de Yuçaf Pichón (contador mayor de Enrique II), luego comprada por Samuel Abravanel, convertido en Juan Sánchez de Sevilla tras su bautismo (donde hoy encontramos el Palacio de Altamira) y más adelante, en la actual calle Levíes, la casa de Samuel ha Leví, tesorero de Pedro I. Por tanto esta zona era la más noble de la judería hispalense. Al final de la calle, llegando a donde hoy encontramos la iglesia de San Nicolás, se encontraría una de las puertas interiores de la judería, una de las entradas y salidas y que comunicaban el recinto con el resto de la ciudad y de la que hablaremos en breve.
Es ahora cuando debemos hacer un ejercicio de imaginación para visualizar cómo sería el aspecto de esa muralla que separaba la antigua judería de Sevilla del resto de la ciudad. Si nos situamos en la Plaza del Triunfo, hoy encontramos un lugar muy diferente del que fue, pues lo que vemos actualmente es una bonita plaza situada entre los tres edificios que forman el conjunto Patrimonio de la UNESCO de nuestra ciudad, pero siglos atrás, en época almohade y tras la conquista cristiana, esta plaza se encontraría en el centro de un recinto lleno de muros defensivos. No podemos olvidar que la Mezquita Mayor se encontraba dentro del recinto amurallado del Alcázar y que, las únicas entradas "libres", por llamarla de alguna manera, serían la actual Puerta del Perdón y las puertas laterales quedaban al patio de abluciones (actual Patio de los Naranjos). Las entradas directas a la sala de oración se encontraban todas dentro de la "ciudad palatina", protegida por muros. Uno llegaba desde lo que hoy es la Plaza del Cabildo y protegía la mezquita por el lado oeste. En el lado contrario encontraríamos una serie de cercas muradas que irían a morir directamente a la misma Giralda y que para acceder al recinto tendríamos que atravesar la llamada "Puerta de Palos". Ese lienzo de muro pasaría por lo que hoy es el convento de la Encarnación (aún se conserva una torre defensiva almohade en su interior, visible aunque con dificultad desde la calle), la trasera de la actual Casa de la Provincia y que llegaría a las murallas que cierran el Patio de Banderas en la calle Romero Murube, junto a la primitiva puerta del recinto palaciego aún conservada.

Pues bien, el muro interior de la antigua judería partía del Alcázar en un punto incierto, no queda claro aún en que punto enlazaba con los del Alcázar, muchos opinan que probablemente pudiera ser en el entorno de la actual plazuela de Santa Marta. Desde este "incierto punto" la muralla de la judería iría subiendo hacia el este hasta salir a la Borceguinería, la actual Mateos Gago a la altura de la confluencia con Rodrigo Caro. Al llegar al cruce con Mesón del Moro encontraríamos la primera puerta de la misma, para desde ahí continuar por Mateos Gago, donde las obras de 1989 permitieron descubrir bajo el pavimento los restos del antiguo muro.

Una vez llegamos al final de Mateos Gago, la muralla giraría a la izquierda, recorriendo ese tramo de la calle Fabiola. Es precisamente ahí donde podemos ver los únicos restos visibles de la cerca interior de la judería.

La muralla continuaría por la actual calle Federico Rubio y antes de llegar al final de la calle, la muralla giraría a la derecha lindando con las dependencias del actual convento de Madre de Dios y pasaría frente a la actual iglesia de San Nicolás formando una plazuela conocida como Cabeza de Malos y ahí se abriría la segunda puerta de este muro interior, precisamente al inicio de la via principal que antes citamos y que llevaría hasta la puerta de salida de la ciudad, la Puerta de la Carne.
De Cabeza de Malos la muralla continuaría por la actual Conde de Ibarra hasta llegar a la Plaza de las Mercedarias donde el muro la cruzaría en diagonal hasta toparse con lo que hoy es el Palacio Mañara y ahí girar en ángulo recto a la izquierda (restos encontrados en el interior del palacio durante su rehabilitación lo atestiguan) y subir en paralelo a la actual calle Vidrio, girar a la derecha a la altura de calle Armenta y continuar por calle Tintes buscando unirse con la muralla almohade de la ciudad. Aunque no hay ni vestigio ni documentación alguna sobre el tema, sería lógico que el muro de la aljama judía contara con una tercera puerta de comunicación con el interior de la ciudad en esta parte norte de la judería, cercana a lo que fue la Puerta de Carmona.
La antigua judería sevillana tuvo un triste final como casi todas las de Sefarad. La población hebrea despertó siempre desconfianza y fue mirada con recelo desde todos los estamentos sociales. Se les culpaba siempre de gran parte de los males que acontecían, muchos gozaban de una buena posición social debido a que se dedicaban al comercio, a la medicina o eran prestamistas y eso provocaba la envidia de otros. Aprovechando esa antipatía generalizada hacia ellos, el arcediano de Écija, Ferrán Martínez llevaba tiempo predicando discursos antisemitas y coincidiendo con que en apenas 3 meses morían el rey Juan I (su sucesor Enrique III apenas tenía 11 años de edad) y el arzobispo de Sevilla, vio el momento para levantar a la población de la ciudad contra los judíos. El 6 de junio de 1391, la población enfurecida entró en la judería quemando casas, asesinando judíos y saqueando lo que podían. Muchos se vieron obligados a convertirse, otros conseguieron huir y otros perecieron. La revuelta sevillana fue la primera de muchas otras pues la furia se extendió por otras juderías hispanas, algo que cambiaría por completo la historia de Sefarad a partir de ese momento. A este triste episodio lo conocemos como el Pogrom o Pogromo de 1391, una de las fechas más trágicas de la historia de Sefarad junto a la de 1492 en la que con el Edicto de Granada, la población judía era expulsada definitivamente de España.
Recientemente se han llevado a cabo obras de mejora en Mateos Gago y se ha decidido marcar en el pavimento con dos lineas de adoquines el trazado de la antigua muralla, algo que es de agradecer puesto que ayuda a no olvidar lo que fue esa zona de la ciudad tiempo atrás, su importancia y su triste final.

La antigua judería de Sevilla comprendería actualmente tres barrios del casco histórico de Sevilla. El más famoso y turístico es el Barrio de Santa Cruz pero englobaría también los barrios de Santa María la Blanca y San Bartolomé. De hecho es este último uno de los barrios con más encanto de la ciudad, conservando aún muchas calles y plazas con sus nombres originales y es una zona menos visitada por los turistas. Por eso cuando realizo una visita al Barrio de Santa Cruz, suelo hacer un recorrido más amplio para poder mostrar esas otras calles de Sevilla menos transitadas, menos conocidas, pero igualmente interesantes, que ayudan a conocer mejor esta fascinante ciudad.

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José Manuel Villalba Rodríguez

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