El cocodrilo (o como lo conocemos aquí, "el lagarto") de la catedral de Sevilla, es sin duda, una de las cosas que los que hemos nacido en esta ciudad, conocemos desde pequeños (al menos los de mi generación). Más que el antiguo patio de abluciones de la antigua mezquita, o la inmensa mole gótica, lo primero que llamaba nuestra atención y de lo que queríamos saber era de aquel cocodrilo que colgaba de la cubierta de aquella galería que rodeaba el Patio de los Naranjos.
Tenemos que remontarnos a la Sevilla de Alfonso X el Sabio, a la ciudad recién conquistada a los musulmanes, a la nueva ciudad mayor de Castilla, para contar su historia. Aunque no existen pruebas documentales y todo está teñido de leyenda, la época en la que se ubican cronológicamente estos hechos es la segunda mitad del siglo XIII, bajo el reinado del ya citado rey sabio.
Una amplia comitiva saldría de Egipto hacia la Península Ibérica cargada de presentes, con el objetivo de llegar a Sevilla y pedir, en nombre del sultán, la mano de Berenguela, hija de Alfonso X. El pretendiente sería el primogénito del sultán egipcio. Al no existir documentos que narren los hechos, según la fecha en la que se sitúan los acontecimientos, dos podrían ser los sultanes. Por un lado tenemos el breve reinado de Al-Malik Al-Muzaffar entre 1259-60 y el de Al-Malik Az-Zahir entre 1260 y 1277.
Berenguela estuvo prometida con Luis, hijo del rey Luis IX de Francia, pero el novio moría de forma prematura en 1260, por lo que entendemos que esto ocurriría después y que el pretendiente sería el primogénito del mameluco Az-Zahir.
Berenguela nació en Sevilla en 1253 y fue la heredera al trono de Castilla hasta el nacimiento de su hermano, el infante Fernando de la Cerda. Ostentaba el señorío de Guadalajara e ingresó finalmente como religiosa en el monasterio de Santa María de las Huelgas de Burgos.
Tras semanas de viaje, la comitiva llegó a Sevilla con exóticos regalos como un cocodrilo del Nilo, un colmillo de elefante y una jirafa, queriendo impresionar a Alfonso X con estos animales, símbolos de la riqueza y el poder de su lejano reino. El monarca agradeció los presentes pero rechazó la pedida de mano. Algo lógico si tenemos en cuenta que Alfonso X estaba inmerso en la lucha contra los musulmanes y representaba a una monarquía cristiana. Casar a su hija con un príncipe musulmán no parecía la mejor opción.
Tras la muerte del cocodrilo, el animal se disecó para ser expuesto hasta que siglos después, ya en el siglo XVI y debido a la mala conservación, sería sustituido por una copia realizada en madera. Junto a él se exhiben el colmillo de elefante, el freno de hierro que supuestamente traía la jirafa y una especie de vara que para unos era un cetro y para otros una fusta con la que dirigir al domesticado animal. De todos ellos, evidentemente lo que más llama la atención por original, es el reptil. Sevilla no es ciudad donde abunden los cocodrilos y aquellos sevillanos de siglos anteriores no habían visto nunca ninguno. Es por ello que la gente lo denominara "lagarto" y con ese nombre ha llegado hasta nosotros. El lagarto de la catedral le da nombre a la nave donde está colgado (nave del lagarto) e incluso a la puerta de acceso al templo desde el patio (puerta del lagarto), siendo aún hoy una de las cosas que más llaman la atención de los visitantes.
Pocas ciudades son tan ricas en leyendas como Sevilla, donde incluso a veces, se mantienen relatos legendarios aunque existan también documentos que expliquen la realidad de esos hechos, conviviendo historia y leyenda como una doble opción donde elegir. Si te gustan las leyendas, a continuación verás varios enlaces a otros artículos relacionados con este y entre ellos, uno donde encontrarás muchas otras leyendas sobre la ciudad.
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Mis padres y yo estuvimos encantados de conocer esta y muchas otras historias en la visita guiada! Saludos desde Brasil
Muchas gracias Brunella, para mí también fue un placer y espero que volvamos a vernos en otra ocasión!Un abrazo a los cuatro!