Hablar sobre los antiguos soportales de Sevilla estaba en mi lista de futuras entradas para el blog desde hace tiempo. Ya tenía seleccionadas fotos antiguas, hechas por mí algunas actuales, pero aún no me había puesto a ello. Esta semana, la noticia del accidente en la esquina de Hernando Colón con Alemanes, donde un camión chocaba con una de las columnas del soportal del siglo XVI, ha hecho que elija este tema para mi post semanal.
El impacto del camión fue en concreto con la columna principal o al menos la más conocida, por ser la que lleva la inscripción "ARIAS CORREA LABRO ESTA SU CASA ANO DE 1591". El capitel fue desplazado por el golpe y ha tenído que ser retirado, esperemos que para ser recolocado en breve y que los daños no hayan sido más graves. Podéis leer la noticia aquí.
El paso de los siglos, las modas y la falta de compromiso con el patrimonio, han sido algunas de las causas principales de que nuestras ciudades hayan ido cambiando, a veces en perjuicio de nuestra propia identidad. Mucho es lo que se ha perdido, especialmente desde mediados del siglo XIX, cambiando a veces por completo la fisonomía que hasta ese momento tuvieron nuestras ciudades. El caso de Sevilla no fue menos.
Cuando durante las visitas guiadas comento que Sevilla fue una ciudad sin azoteas y con calles porticadas, algunos no me creen pues lo conservado, a veces, son simplemente pequeñas muestras a modo de reliquias del pasado.
Hoy quería destacar la abundancia e importancia que tuvieron los soportales en nuestras antiguas calles. Si en el post anterior ya comentaba que Triana tenía en el Altozano y alrededores casas porticadas y que se conocía como la "zona de los portalillos", hoy nos vamos al centro histórico, donde los soportales no eran algo disperso y anecdótico como ahora, sino lo habitual, formando parte de la imagen que tenían nuestras calles, inmortalizadas en dibujos y fotografías de esos primeros viajeros del siglo XIX, que hoy nos sirven para conservar, al menos en imágenes, lo que fue una de las señas de identidad del pasado de nuestra Sevilla.
Ortega y Gasset decía, refiriéndose a los soportales: "Los soberbios pilares y fustes de las columnas daban a todas las casas porte de palacios y obligaban a una construcción en saliente, dificultosa y cara. Pero además, en los lugares donde el terreno valía más, se renunciaba a una parte de él para convertirlo en vía pública. Suponía el acuerdo y común sacrificio de todos los propietarios en beneficio de una abstracción, que es la urbe. Se aspiraba a hacer grata y bella la calle, asegurar el paseo, y vencer al sol y la lluvia".
En España, muchas ciudades han tenido o tienen aún calles con soportales y en otros países son también algo habitual. En Italia, un país que conozco bastante bien, las ciudades del norte conservan aún muchos ejemplos de soportales de este tipo, a veces incluso calles completas. Cito los soportales italianos porque entre aquellos y los nuestros hay una diferencia. En Italia, prácticamente todos los edificios se adaptaban a las características de las calles, quedando así fachadas de iglesias, palacios y edificios principales, integrados en estos soportales. Podemos verlo en ciudades como Módena, Bolonia, Padua o la misma Venecia. Esa característica por ejemplo no la vemos en Sevilla. Los principales edificios no contaban con estos pórticos, empleándose principalmente en edificios residenciales, cuyos bajos estaban ocupados por comercios, viviendo a veces los dueños en el mismo edificio. La tradición de pórticos en nuestra ciudad viene de antiguo, pues ya en Itálica encontrábamos estas calles porticadas.
Los soportales se extendían en toda la zona más comercial del centro histórico. Las casas porticadas fueron las habituales en la Plaza del Salvador (donde aún conservamos ejemplos aunque hayan quedado absorbidos por los comercios), Plaza del Pan (que parece que llegó a estar porticada en su totalidad y que hoy conserva sólo la parte adosada al muro de la antigua mezquita de Ibn Adabbas, aunque pasa desapercibido por estar oculto por los pequeños comercios que allí se ubican), Plaza de la Pescadería, Alfalfa, Plaza de San Francisco, las calles que conectaban todo este barrio del comercio sevillano por excelencia con la catedral como Hernando Colón, Francos o Álvarez Quintero y el entorno de esta como Alemanes o la actual Mateos Gago.
Estamos por tanto ante una ciudad comercial desde sus orígenes, cuyas calles principales habían desarrollado una arquitectura adaptada a sus necesidades. Por un lado tenemos un centro histórico con una mayoría de calles estrechas, herencia de su pasado medieval. Por otro lado tenemos épocas de lluvias y unos veranos largos y muy calurosos. En muchos casos, los comerciantes tenían su negocio en la planta baja de la misma casa donde vivían. La protección de estos soportales, lo convertían en el lugar adecuado donde poder vender sus productos, protegidos de lluvias, sol, y sin invadir el centro de la calle, por donde podrían seguir circulando los carros, tan habituales en una ciudad grande y comercial como Sevilla. Al cerrarse estos pórticos, perdimos espacio para circular por ellas, resguardo en épocas de lluvia o sombra durante los largos veranos. Los soportales no estaban ahí por capricho, formaban parte de la adaptación de una ciudad a las necesidades de sus habitantes y de su actividad económica principal. LLegados a este punto pregunto: ¿No hemos salido perdiendo?
Hoy conservamos ejemplos repartidos por todo el centro histórico especialmente de dos tipos:
Por un lado, edificios que conservan en su planta baja columnas, de lo que tiempo atrás fueron soportales, pero hoy han quedado absorbidas por el cierre de estos pórticos, y se conservan casi de forma simbólica o testimonial.
Por otro lado tenemos algunos ejemplos donde aún podemos ver el soportal completo. Este es el caso de algunas casas de la Plaza del Salvador, gran parte de la calle Alemanes y algunos ejemplos sueltos como el bar "Las Columnas" en la calle Mateos Gago, o la antigua casa conservada en la Puerta Real entre otros.
Quiero destacar entre todos el soportal de la calle Alemanes, el mejor ejemplo de lo que ha llegado a nuestros días, al ser un conjunto de varias casas contiguas donde todas conservan sus pórticos. En ellas vemos columnas de distinto tipo, altura y grosor, capiteles diferentes, ejemplo de la variedad que estas zonas porticadas ofrecían antiguamente. Si pudiéramos pasear unas horas por la Sevilla de siglos atrás, veríamos calles completas porticadas. Algunos edificios tendrían pilares de ladrillo pero, la gran mayoría se mostrarían con soportales de columnas, algunas de acarreo, reaprovechadas de edificios anteriores. Veríamos columnas romanas o visigodas, otras traídas de Génova procedentes de los talleres de Carrara. Sería como pasear por un bosque de troncos de mármol y granito, salpicado de puestos donde comprar cualquier cosa que se nos antojara, rodeados de perfumes de frutas y especias, de gritos de los vendedores y del sonido de las ruedas de los carros al pasar. Podríamos pasear a la sombra en las tardes de verano, o resguardarnos del agua los días de lluvia. Vuelvo a repetir la pregunta: ¿No hemos salido perdiendo? Desafortunadamente creo que sí.
Ya no tenemos calles como esas por las que pasear o comprar, ya sólo nos queda imaginarlas. Por eso tenemos que conservar los fragmentos de ese pasado que aún nos quedan, porque son la memoria viva de lo que en un pasado fue realidad.
Estos mismos soportales de la calle Alemanes, guardan un secreto que quizás muchos no sepan. Si miramos las vigas de madera que los cubren, veremos una inscripción que dice "Soi de Kreybig", otra curiosa huella del pasado y que le dan aún más valor.
¿QUIERES SABER QUÉ SIGNIFICA ESA INSCRIPCIÓN? A CONTINUACIÓN TIENES UN ENLACE POR SI QUIERES LEER EL ARTÍCULO SOBRE "SOI DE KREYBIG" :
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Muy interesante, José Manuel.. Muchas gracias. Cuánto se aprende con tus escritos. Un abrazo.
Enhorabuena y muchas felicidades por tu estupendo trabajo!
Muchas gracias Rocío 🙂