Los soportales de la calle Alemanes conservan no sólo el sabor de una Sevilla casi desaparecida, también una curiosa inscripción en una de sus vigas de madera. Esta inscripción dice así: "Soi DE Kreybig" pero, ¿qué es Kreybig?, ¿una ciudad?, ¿un apellido?
Kreybig suena a alemán, nada extraño si tenemos en cuenta que nos encontramos en la calle Alemanes, antigua calle comercial frente a las Gradas de la Catedral. Tiene ese nombre debido a la colonia de comerciantes alemanes asentados en la zona, al igual que las calles Placentines, Génova, Catalanes o Gallegos, hacían referencia a los lugares de origen de estos vecinos, habitantes de esta cosmopolita ciudad que fue Sevilla.
En "Las calles de Sevilla", Santiago Montoto, hablando de la calle Alemanes, escribe: "En el siglo XV se llamaron estos lugares Gradas de la Catedral y fueron los preferidos para la contratación; los comerciantes más ricos, las tiendas de las mercancías más raras y preciosas, tenían su sede en esta rúa, poblada siempre de abigarrada multitud ávida de novedades... En el siglo XVIII empezaron a nombrarse Gradas de Alemanes las vulgarmente llamadas Gradas Altas, por estar establecidos en este paraje lujosos comercios, en su mayoría de la colonia alemana y en 1869 se denominó la vía solamente de los Alemanes".
Y es que nos encontramos en un lugar que en siglos pasados fue el alma de Sevilla, el centro económico de una ciudad y de un reino, pues aquí se fraguaba gran parte de la riqueza de Sevilla y de Castilla, desde aquí se manejaba el comercio con América durante el siglo de oro de esta ciudad. Fueron las Gradas una de las "cuatro cosas por hazañas de verdad" de que Sevilla podía loarse, en palabras del poeta Torres Naharro en su "Propaladía" (1517): "Un templo de majestad sin segundo, un Guadalquivir jocundo, un gran campo de Tablada y unas Gradas, que una grada vale más que todo el mundo".
Sobre el origen de "Kreybig"parece que hace referencia a un apellido y no a un lugar. Lo encontramos escrito de dos formas: "Kreybig" y "Kreibig". Sin ser un apellido frecuente, lo podemos ver especialmente en Alemania, Austria, República Checa y Hungría.
Voy a contaros lo que hasta ahora sabemos de esta historia. Mientras no aparezca un nuevo dato que lo desmienta, todo son hipótesis, historias que se mezclan con leyendas y de eso en Sevilla sabemos mucho y además nos encanta.
Siempre que he buscado información sobre esta inscripción, he leído dos teorías sobre el origen de la misma. Unas veces se hacía referencia a una historia y otras veces a otra, pero sin saber de dónde partían dichas teorías. Buscando y buscando acabé consultando artículos de prensa y encontré que en el archivo digital del diario ABC de Sevilla, en su hemeroteca, aparecían tres referencias, y parece que ambas teorías se popularizaron a raíz de estas publicaciones.
En la sección titulada "CASCO ANTIGUO" del citado ABC de Sevilla, encontramos una primera publicación del 14 de enero de 1982 y otras dos de los días 28 y 29 del mismo mes. No puedo subir al post dichos archivos por temas de derecho de autor y de uso de los mismos, pero os resumo un poco lo que puede extraerse de dichos artículos, las dos teorías que explican el origen de la inscripción parten de aquí.
Un señor escribe al director de la sección Casco Antiguo de ABC comentando que ha visto una inscripción en los soportales de Alemanes, que ha buscado información y que lo único que ha podido encontrar es que si cambia la "y" de Kreybig por "i", aparecen referencias a un filósofo austríaco nacido en 1830. El señor solicita que se publiquen las fotos que manda, para ver si algún lector puede aportar alguna información al respecto. Eso es lo que nos encontramos en la primera referencia, la del 14 de enero, veamos las siguientes.
El 28 de ese mismo mes, justo dos semanas después de publicarse la pregunta, se publica la primera de las respuestas. Un lector cuyas iniciales son A.F.C. manda una primera explicación escrita en servilletas de la confitería Nova Roma, no pudo ser más castizo. El lector cita a una familia alemana que se establece en Sevilla a finales del siglo XIX, procedente de Königsberg, la ciudad de Kant. La familia la formaban un matrimonio y su hijo, se establecen aquí abriendo un negocio de aparatos ópticos y relojería, primero en la plaza de San Francisco y luego en el soportal donde se encuentra la inscripción. Este hijo crece en Sevilla, se casa con una sevillana y tienen un hijo, Rodolfo, al cual conoció de niño en la escuela el lector que escribe a ABC para contar la historia.
Al tal Rodolfo lo describe como un tipo cruce de alemán y andaluz, excéntrico, travieso y muy gracioso. Adiestraba pájaros, inventaba artilugios varios y un buen día, aprovechando que andaban arreglando la fachada del negocio familiar, subió al andamio e hizo la inscripción a modo de broma, para irritar a la madre, que tras quedarse viuda acababa de casarse con un médico sevillano. Según el lector, eso ocurrió en 1933. Rodolfo moriría cinco años después ahogado en el Jerte.
Al día siguiente, 29 de enero se publicaría la segunda de las respuestas recibidas y esta es la que encontrarán casi siempre si buscan información sobre "Soi de Kreybig".
El nombre del lector que envía la segunda respuesta corresponde a las siglas J.M.L.M. Era un investigador que estaba en esos días en el Archivo de Protocolos y al cual, tras leer la noticia de la inscripción, le llamó la atención algo que le apareció casualmente entre la documentación que consultaba. Si no hubiera leído el artículo del día 14 de enero, seguramente le habría pasado inadvertido pero, al tener el recuerdo en mente sobre el enigma de la inscripción, las casualidades de la vida parece que quisieron darle una pista de la cual tirar.
En el oficio 14, escribanía de Luis de Palacios, protocolo del año 1797, folio 579, existe una carta de pago fechada el 31 de diciembre de dicho año que comienza así: "Sépase como yo con Antonio Creivig y Compañía, del comercio de cristales de esta ciudad de Sevilla, frente a las gradas de la Santa Iglesia Patriarcal de ella...". La firma que figura al pie del documento, es de Antonio Franco. Creivig y C.".
No es de extrañar que aparezca una "C" en lugar de una "K", pues la letra K no existía en nuestro alfabeto y el escribano la traduciría por el sonido de la letra C, firmando el comerciante con esta última, tal vez para adaptarse a la grafía española. Apunta el lector que probablemente la inscripción podría ser un reclamo a modo de cartel publicitario. En ese caso imaginamos que la viga se situaría probablemente en la entrada del comercio y que, tras desaparecer este, fuera retirada de la entrada y se aprovechara como viga para el soportal.
Tenemos por tanto dos teorías, ambas circulan por Internet, pero hemos querido aquí citar directamente la fuente, el origen de estas dos versiones de la historia. Una sería fruto de una broma que Rodolfo, nieto de alemán, quiso dejar para la posteridad en 1933 y otra que nos remonta al siglo XVIII y a un comerciante de cristal procedente de Bohemia, cuya inscripción daría la bienvenida a los clientes a la entrada del negocio. Ambas son bonitas, curiosas y enigmáticas. Sean o no la respuesta a la pregunta, el matiz legendario le añade aún más valor a esa viga de madera de la calle Alemanes. ¿Con cuál se quedan?
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